martes, 26 de junio de 2012

Pintar

Hace unos años pensé que aprender a pintar me haría muy feliz en el futuro cuando, desligado de obligaciones profesionales, ocuparía mi tiempo libre en una actividad creativa y probablemente medicinal.
Estaba muy equivocado.Para empezar he podido comprobar que quizás se necesitan 20 años muy aplicados para alcanzar cierta soltura, algún andamiaje teórico y la destreza que todo oficio te va regalando con las horas de trabajo.
Así que no hay que hacer ningún caso a la oferta de cursos por correspondencia ni a ofertas prometedoras. Para pintar sólo se necesita un buen maestro y paciencia ante la impotencia.
También me equivocaba con la idea de ser feliz pintando en esa actividad supuestamente creativa.
Pintar es ante todo aprender de las propias frustraciones mientras acumulas desastres técnicos, lo que te lleva a momentos ciertamente desconsoladores y a sentir la rabia que puede producirte el trabajo mal hecho.
Pintar es una actividad que te afecta muy íntimamente a la espera de esa originalidad que quizás solo surgirá por accidente mientras sufres la incomodidad  del reto imposible.
Pintar es la equivocación de querer ser feliz ante un desenlace positivo que casi nunca llega.
Así que si alguien quiere pintar le diría que practique la rabia, que dude de todos sus trazos y que
sienta que la manualidad del hacer es suficiente recompensa.
Solo así disfrutará de un tiempo infinito donde habita la esencia de aquel aforismo de Bergamín que decía..." el que espera desespera y el que desespera vuelve a esperar."

4 comentarios:

  1. Magnífica reflexión del artista en busca del arte perdido. Te recomiendo "Una mirada en palabras", de Alberto Corazón, donde desgrana su diálogo con los pinceles y el lienzo en blanco.

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  2. He leído el libro y estoy muy de acuerdo con muchas de las reflexiones teóricas de Corazón.
    Ahora pienso escribir sobre el acto de la escritura.

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    1. ...Aunque no ha dejado de sorprenderme esa cruel autocrítica. Pasado el tiempo, tus obras -y en mi casa tengo dos- adquieren categoría de paisaje conocido, de mensaje nada estridente, integrado en tu propia vivencia. Eso que a veces se llama clasicismo.

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    2. No es auto crítica,es la vivencia creadora que produce muchas dudas y pocas certezas.
      Imagino que escribiendo puede pasarte lo mismo.

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