miércoles, 29 de diciembre de 2010

Productividad

En estos días de compras navideñas, cualquiera que haya sufrido el frenesí de un centro comercial, habrá entendido a la perfección la naturaleza de algunos daños colaterales que nos deja la crisis.
Si se atienden los datos estadísticos de la contratación temporal del comercio comprobaremos que ha disminuido respecto a otros años, aunque las colas, los probadores y las cajas parecían indicar un repunte del consumo, al menos estacional.
Una jovencita al borde la extenuación se lamentaba ante LL. señalando que para el tamaño de su tienda deberían contratar más personas para atender el llenazo y el caos.
Pero no, la reforma laboral que va añadiendo facilidades para engrosar las filas del paro es ajena a las razones de la dependienta. Urge pues la reforma moral de cierto empresariado que cuando se recupera el consumo suele tardar más de lo debido en reponer el equipo que disminuyó en su día.
El resultado son jornadas y condiciones abusivas para unos y el beneficio añadido de un menor coste, para otros.
¿Para qué contratar personal si el trabajo de cuatro personas lo pueden hacer dos, que asustadas por el horizonte se plegarán a más y más exigencias?
¿es esto lo de la productividad?

lunes, 13 de diciembre de 2010

Motín

Estos días atrás la tertulia se cuece entre los controladores y el "cablegate", como es natural.
Pero el hartazgo despacha rápidamente las escuetas opiniones ya que la verborrea televisiva y la omnipresente cháchara nos agota. Se agradece la tele del mesón, sin sonido, mientras las sobreimpresiones en la pantalla aumentan la sensación de irrealidad.
Entre los embajadores y los del motín han llenado los medios de un parloteo infame.
Los residentes en los aeropuertos escupen su fastidio, los periodistas de internacional discrepan acerca de democracia y difusión, información y seguridad.Un aburrimiento, una urgente necesidad de silencio.
LL. que no es amigo de estos puentes también se amotina y cierra el grifo del parloteo. El festivo se hace fiesta en el paseo tempranero por el pueblo desierto.
Todo silencio, un perro sin dueño, un ciclista disfrazado de ciclista y una campana que no llama a nadie.
Un motín modesto, cierto botín para el ánimo.