Viajar

Vivimos donde estamos,aunque a veces el viaje nos lleve donde no habitamos.
Ese tránsito que transforma a los protagonistas nos acerca al privilegio de los nuevos paisajes y  paisanajes a través de una forma de conocimiento que consiste básicamente en descubrir que todo está por descubrir. Y que hay otra vida lejos de la tuya.
Siempre que voy a emprender un viaje disfruto de su preparación realizando un trayecto previo a través de la historia,cultura e imágenes del lugar lo que hoy resulta agotador dada la proliferación de información y la cantidad de guías, sugerencias y foros de la red.
Aún así, viajar todavía consiste en enlazar lo previsto con lo extraordinario de manera que lo soñado se encuentre con la realidad y en esa conjunción se ilumine el placer del descubrimiento y comprensión del mundo.
Prescindir de la guía, perderse para encontrarse, alumbrarse con el faro de la curiosidad transforma todo viaje en una vivencia personal que te cambia como a un Ulises en su odisea.
En muchos lugares del mundo he comprobado que lo que somos realmente,más allá de los asuntos identitarios, es un conjunto de seres "multinacionales" que igual disfrutan de un boquerón que de una sardana. Que igual se asombran con una casa renacentista andaluza o con un hórreo gallego. Que volverán al País Vasco o a Cáceres porque allí fueron felices.
Esa felicidad se deriva de haber encontrado caminos antes ignorados,olores perturbadores o sabores insólitos mientras tu alma escapaba de la rutina ignorando quien eres.
Esos tesoros de la memoria te empujarán a volver donde, aunque hayas estado, te esperan aquellos pasos y aquellas gentes que no son como tú y cuya identidad te estimula para apreciar lo que no es como lo tuyo.
Esa comprensión de la huida te llevará a observar lo que no ve el turista,un ser muy diferente del viajero que tan solo colecciona fotos.
En el viaje no eres nadie y tu anonimato y perplejidad pueden alumbrarte para percibir la dignidad de los otros.
Por todo esto me declaro nacionalista...de los viajes.