miércoles, 21 de septiembre de 2011

Paisaje

Viajando hacia el sur, en ese tren que vuela y cuyo nombre es pura precisión semántica , asistes a unos ritos muy puntuales.
A primera hora el cafelito, un poco de prensa e inmediatamente se despliega toda la liturgia del trabajo en la era digital. Se desenfundan los ordenadores portátiles, los móviles echan humo y el ruido ambiente transforma el vagón en una activa oficina.
Unos pocos atienden aburridos la película del monitor y unos cuantos dormitan pero aunque parezca extraño nadie mira el paisaje.
Y vale la pena.En la provincia de Córdoba muy pronto se ondula la tierra en estribaciones serranas y poco a poco el olivar se despliega en perfecta formación. Quizás no se trata de la imagen más hermosa del mundo pero ofrece tanto en su ordenada sencillez que no acaba de comprenderse que nadie atienda a la belleza que hay delante.
Poco después sucederá lo mismo con el naranjal sevillano y si por casualidad te ha tocado un asiento de los que están colocados en el sentido contrario de la marcha, podrás disfrutar de una sensación única: mientras el convoy se acerca al futuro tú viajas con vistas al pasado. Quizás a aquellos tiempos en los que la productividad no iba en tren.

4 comentarios:

  1. Es triste pero a la vez fascinante pensar que todos los paisajes caben en la pantalla de un ordenador.

    ResponderEliminar
  2. Caben todos los paisajes...menos el paisaje.

    ResponderEliminar
  3. ¡Ay Manolo! Tú lo miras y lo ves, vayas sentado del derecho o del revés.

    ResponderEliminar
  4. La era digital no les deja atender la belleza que hay delante. Solo tu viajas en ese tren. Tu lo miras y lo ves...

    ResponderEliminar