jueves, 28 de octubre de 2010

Rarezas y malformaciones

Es probable que estemos un tanto saturados, hipnotizados y embobados por nuestras propias querencias.
No hay más que comprobar el nivel de determinadas audiencias de radio y televisión en programas donde lo usual es que recibamos mensajes previsibles y presumibles.
Sabemos de antemano el lenguaje, el discurso y su tono, siempre acorde con las filias y fobias de los comparecientes y sus patronos.
Por eso siempre es bienvenido el prodigio de la anomalía y la novedad que llega de la mano de los cambios, en este caso de ministros, que despiertan la expectación pues se espera la genialidad de lo insólito.
En este panorama tan escaso es el caso de Rubalcaba, al que resulta difícil alinear con lo presumible.
No es extraño pues que se convierta en la diana de los fogonazos verbales de la oposición no siempre inteligentes, pues se nos ha presentado como alguien que simplemente se explica mejor.
Nada menos, habría que añadir, ya que el argumento lo confirma como una rareza imposible de eludir.
Hablando de lo insólito convendría entender una sencilla metáfora que nos propone algún jugador de la Lotería Primitiva.Parece que en la búsqueda del resultado excepcional hay quien apuesta por los imposibles números correlativos, los que sólo acaban en cero y extravagancias de este estilo, con la esperanza de ser el único acertante de una combinación improbable. Pero ha sucedido que, al salir premiada una de estas ideas, eran miles los jugadores que habían pensado exactamente lo mismo.
Lo que nos hace entender las resonantes declaraciones "geniales" del alcalde de Valladolid que han sido presentadas por algunos como una contingencia o descarrío puntual, cuando, al igual que sucede con los jugadores, no se trata de lo insólito sino de lo arraigado: en las barras y en los salones se celebran los adjetivos y no se disculpan.
Por eso deberíamos recordar que lo del alcalde no es fruto de una excepción. Es el abismo que existe entre la originalidad y anacronismo.Entre inteligencia y torpeza. Entre rareza y malformación.

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