Ahora,cuando está cayendo el muro desde Egipto a Marruecos, hemos tratado casi a diario esa traca que, ahora con petardos que matan, tiene a Libia en el foco de las revueltas.
Corren ríos de tinta y ya de sangre mientras los analistas reclaman desde las tertulias todo tipo de medidas. Pero se olvidan de la fiesta.
A LL. se le ocurre que una de las escenas más relevantes de las retransmisiones ha sido la imagen de ese instante en la gran la plaza de El Cairo en la que se observaba una mancha de espaldas dobladas , a la hora de la oración.También se veía a otros muchos jóvenes que seguían de pié y con todo respeto el final del momento religioso para seguir después, moros y cristianos juntos, con la algarabía de la protesta y la fiesta.
Esa convivencia entre culturas tiene su reflejo más fántastico en nuestras celebraciones de Moros y Cristianos, que desde los orígenes de fastos religiosos y conmemorativos de batallas se han convertido en un teatro divertido, donde los bandos rivalizan en disfraces imaginativos, ornatos deslumbrantes, música y "filaes".
Toda la historia convertida en momentos lúdicos, fraternales y marchosos.Un ejemplo.
Así que expresamos el deseo de que la fiesta de la democracia nos haga desfilar juntos y que los arcabuceros sólo disparen de fogueo. Más comparsas y menos procesiones.
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